La Conciencia de un Hacker
Manifiesto Hacker. Este texto lo encontré hace mucho tiempo en la red, yo no soy su autor. Desconozco quien y cuando lo escribio, aunque en ciertos lugares se lo atribuyen a alguien conocido por el nick «The Mentor».
Diego Martínez me ha mandado un correo con más información sobre este texto.
Al parecer el texto fue escrito el 8 de Enero de 1986 (la época de las BBSs, los módems de 9600 baudios, y demás), con el título de «The Conscience of a Hacker» por The Mentor, un hacker llamado Loyd Blankenship, y al que arrestaron pocos meses después.
Al comienzo del texto original se afirma que lo escribió poco después de ser arrestado, pero lo arrestaron el 1 de Marzo de 1990, así que es de suponer que es un error, y que se refiere a que lo escribió poco después, no antes.
Fue publicado por vez primera en Phrack, una revista electronica, en el número 7, artículo 3.
Manifiesto Hacker
Hoy han cogido a otro, está todo en los periódicos. «Quinceañero arrestado en un escándalo del crimen informático», «Hacker arrestado tras asaltar un banco».
Malditos niños. Son todos iguales.
Pero tú, en tu psicología de tres piezas y los tecnocerebros de los cincuenta, echas una hojeada a los ojos un un hacker ¿Te has preguntado alguna vez qué le ha marcado, que fuerzas le han formado, qué le ha moldeado? Soy un hacker, entra en mi mundo. Mi mundo empieza en el colegio. Soy más listo que el resto de los chicos, esta mierda que enseñan me aburre.
Maldito fracasado. Son todos iguales.
Estoy en secundaria o en el instituto. He escuchado a los profesores explicar por decimoquinta vez como reducir una fracción. Lo entiendo. «No, Señorita Smith, No enseño mi trabajo. Lo hice en mi cabeza».
Maldito niño. Probablemente lo copió. Son todos iguales.
Hoy he hecho un descubrimiento. He encontrado un ordenador. Espera, esto mola. Hace lo que yo quiero que haga. Si se equivoca es porque yo lo pedí. No porque no le guste,
o porque se sienta amenazado,
o piense que soy un burro listo,
o no me gusta estudiar y no debo de estar aquí.
Maldito niño. Todo lo que hace es jugar. Todos son iguales.
Y entonces ocurrió. Se abrió una puerta a un mundo. Precipitándose por la línea telefónica como heroína en las venas de un adicto, se envía un pulso electrónico, un refugio de las ineptitudes de cada día. Encuentro un embarque. «Eso es aquí, es donde yo pertenezco». Conozco a todos aquí. De todas maneras nunca me encuentro con ellos, nunca les hablo, puede que nunca sepa de ellos otra vez. Se todo de ti.
Maldito niño. Ocupando la línea otra vez. Son todos iguales.
Apuestas tu culo a que todos somos iguales. Nos habéis dado de comer potitos en el colegio cuando lo que deseabamos era un filete. Los trozos de carne que dejásteis escaparse pre-masticados y sin sabor… Hemos estado dominados por sádicos, o ignorados por los apáticos. Los pocos que tenían algo que enseñarnos nos encontraron voluntariosos, y eran como gotas en el desierto.
Este es ahora nuestro mundo. El mundo del electrón y el interruptor, la belleza del baudio. Hacemos uso de un servicio existente, sin pagar por él, que podría ser asquerosamente barato si no estuviera gestionado por explotadores glotones, y vosotros nos llamáis criminales. Nosotros exploramos y nos llamais criminales. Buscamos el conocimiento y nos llamais criminales. No tenemos razas, nacionalidades, prejuicios religiosos y nos llamais criminales. Vosotros construís bombas atómicas, declaráis guerras, asesinais, defraudais, y nos mentís, y nos tratáis de hacer creer que es por nuestro bien, todavía somos los criminales.
SÍ, soy un criminal.
Mi crimen es la curiosidad. Mi crimen es juzgar a la gente por lo que dice y piensa, no por lo que parece. Mi crimen es que soy más listo que tú, algo que no me puedes perdonar. Soy un hacker, y este es mi manifiesto.
Puedes detenerme a mí, pero no puedes detenernos a todos al fin y al cabo, todos somos iguales.